En cualquier caso, la respuesta inmunitaria debe estar en equilibrio constante; cuando se altera este equilibrio aparecen las reacciones de hipersensibilidad, entre las que se encuentran la alergia a la picadura de pulga, las alergias alimentarias, la dermatitis atópica… Hemos de dejar claro que no es lo mismo dermatitis alérgica que dermatitis atópica. Aunque las dos cursan generalmente con sintomatología cutánea como reacción a la presencia/contacto con determinadas sustancias (alergenos), en la dermatitis atópica intervienen otros factores de tipo genético, ambiental o, incluso, microbiano. No existen pruebas laboratoriales que nos permitan diagnosticar de forma tajante la atopía, por eso debe ser un veterinario quien, en base a determinados criterios sintomáticos determine si estamos ante una dermatitis atópica, y por tanto ante un proceso crónico multifactorial.
Aunque hay grandes diferencias en el desarrollo del proceso entre gatos y perros el síntoma más frecuente en ambos es el prurito (picor) que suele aparecer entre los 6 meses y los 3 años de edad. Tras el prurito aparecen las lesiones en la piel; la intensidad del rascado hace que las lesiones se compliquen con infecciones, hongos, seborreas, ….. que contribuyen a que se produzca más picor, entrando en un círculo vicioso. Además pueden observarse síntomas respiratorios, más frecuentes en gatos, como asma, rinitis, tos crónica, conjuntivitis,… o alteraciones del tracto urinario o digestivo.
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